lunes, 16 de marzo de 2009

Viaje inesperado...

Estoy recostada en las maderas del puente colgante, aquel que no cruza ríos ni abismos, viendo al cielo, el cielo que si muestra las estrellas, pero no puedo verlas por que el don de la vista me falla, mientras tanto la vida y la muerte me rondan y dibujan líneas perpendiculares que nos involucran a todos que se cruzan entre nosotros, que nos cambian, que nos hacen grandes o nos devastan.

Hay mucho que escribí pero poco que se pueda leer, estoy confundida sobre este tema, porque al final me pregunto si decidimos morir como cuando decidimos vivir. Decidimos no ver al otro lado de la calle? Decidimos correr? Decidimos cambiar buscar una manzana en carretera? Creo que sí, pero no decidimos tener un corazón frágil que no puede correr más o no decidimos que el segundo que le dedicamos a la manzana fuera el mismo que necesitábamos para no chocar. Y regresamos al punto de partida donde me perdí sobre que tanto poder tenemos en realidad sobre nuestra propia vida o nuestra propia muerte.

Descubrí la muerte de aquel hombre de sonrisa sincera y de paz, aquel con que alguna vez hable de cómo nacen las mariposas, quería escribir de el anoche pero solo escribiría frustración e inmensa tristeza, no por él, porque vivió de manera ejemplar además se que debe haber alguna razón para esto, sino por ella por esa mujer a la que quiero como una madre amiga, por aquella niña tan especial y por esos momentos de cocina y esas risas. No sé qué escribir ni sé que sentir, supongo que esto es lo que se siente cuando pierdes a alguien que realmente te importa, este nudo en la garganta y el vacio de “ya no está”.

Al final de los días, es más fácil dormir que despertar, entiendo que es más fácil morir que vivir, por eso es maravilloso y gratificante respirar, creo que hay alguna especie de balance por que la muerte nos une a todos con un final similar y la vida a veces nos separa, nos complica y nos engaña, pero siempre nos da las grandes esperanzas y la inmensa oportunidad de coincidir.

Te vamos a extrañar porque aunque sigas aquí, nuestra parte humana a veces no nos deja verte.

Barbra Monzon